SER LA NÚMERO 1 O LA 10
- María Fernanda Ipiales.
- 24 oct 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 28 ago 2020
El amarillo representa la felicidad, diversión, inteligencia, sensualidad y creatividad, pero eso no pensaba al escoger el vestido que llevaría para la audición del festival de la canción. Era lunes soleado en Medellín; septiembre estaba iniciando, ya 9 meses habían pasado desde que la mujer de cabellos rizados, tomo el primer respiro del aroma antioqueño de la montaña.
Cada dos años la vida de aquella mujer cambiaba por el oficio de su padre, nacida en Pasto, pero criada en medio de ciudad de extensos llanos y sabanas; su nuevo destino era la montaña. 17 años cumplidos, recién graduada de bachillerato y en una ciudad donde todo era distinto, el acento, el vocabulario, el clima y la gente. El colegio se terminó y otro cambio era el escenario universitario, hacer amigos, intentar ser independiente, mas sin dejar aquello que amaba, la música.
Por tal razón al llegar a la universidad y al escuchar en la inducción en su primer día en aquel plantel sobre un festival que realizaba para cantantes solistas, en aquellos últimos días de enero se prometió participar y llegar a los 10 finalistas.
Inicio de primer semestre de comunicación, todo va bien, la niña de cabellos negros y de nombre María está motivada. Las letras la han llevado a conocer el que podría ser su futuro. Sus miedos de quedarse sola y no adaptarse desaparecieron y en uno que otro momento el acento paisa se le pega, pero sus raíces como las de un árbol siguen tan fuertes a los paisajes volcánicos de su tierra.
La música seguía en sus venas, cantaba ya en una pequeña banda como vocalista, le gustaba usar su instrumento en tono soprano para como pluma volar en medio del Do, Re, Mi, Fa, Sol, aunque seguía deseosa de cantar como solista en aquella competencia y estar en la ronda final y como respuesta el festival recibe su formato de inscripción y le dice que tendrá su audición privada un miércoles.
21 de agosto:
Miércoles frío de agosto, los vientos despeinaban los cabellos, las pieles erizadas por los escalofrió, pero cuando tienes nervios eso no se siente. Era extraño para María o Mafe (como le dicen sus amigos) sentir nervios antes de cantar, pues desde los 5 años su madre la acostumbro a un escenario, pero estar en la universidad y no conocer a la gente que la rodeaba, lograba que su estómago le haga sentir mariposas. La hora cero llego y la audición privada estaba esperando por la pequeña de un metro y cincuenta y siete centímetros. Once y media, era la hora esperada, sus pies no se quedaban quietos en medio de la clase de la cual saldría para cantar, 3 minutos duraba la canción que dos semanas antes había editado en búsqueda de lograr sorprender. 46 inscritos de los cuales solo 22 seguirían a la ronda clasificatoria, “Murió el amor” de Paola Jara era la canción escogida, demasiado fuerte, amarga con el sentimiento de despecho que nunca había sentido, pero como una actriz interpretaría.
Al entrar con su chaqueta Jean cubriéndola, una risita nerviosa se escapa, y saluda al que era su jurado. Lo había visto antes. “Ya has hecho esto” se repetía a si misma mientras sus manos temblaban, el micrófono a la medida, el salón lleno de espejos permitía ver sus ojos moverse a los lados, recordó lo que ha aprendido y mientras el inicio del piano se escuchaba, su voz sale de sus labios; tranquila, serena, de la instrumental suena una trompeta, se transforma, intenta verse grande, fuerte, con su vista firme, como pantera. Suena el instrumental un pensamiento “¿Qué sigue en la letra?”, error, el olvido, en su mente suelta una leve maldición, corrigue rápido esa estrofa y termina.
-¿Ve que esto era sencillo? Ya terminaste… -Dijo su jurado entre risas y nerviosa se despide, cantar fue como una inyección a las que tanto temía en el hecho que cuando acaban se ríe. Después del miedo para ella queda la risa. Sale del frío salón y solo queda esperar un viernes donde la lista de semifinalistas deje ver su nombre o despedirse del sueño.
Viernes, un mensaje con una pregunta “¿Ya viste el correo? La lista llegó”, en medio de la clase está nerviosa, su celular en la mano y está a punto de descargarse. Bandeja de recibidos, su dedo toca el correo, la lista carga, sus dedos bajan por los nombres, la M en el medio, ya que está en orden alfabético, MARÍA FERNANDA IPIALES GOENAGA alcanza leer y su alma vuelve al cuerpo.
AMARILLO.
Cuando escogió horario para su segundo semestre, decidió que los lunes sus clases serían en la noche y dejaría su tarde libre, aunque esa tarde al medio día era la hora de cantar ante el público para esa ronda clasificatoria, estaba a un paso de ser parte de los 10 finalistas, cantar en un escenario con luces, una banda en vivo y conectar al público amigoniano con su voz. Ese lunes de septiembre era soleado, perfecto para llevar el enterizo que compro en tierras llaneras, era amarillo, su color favorito, de líneas, ceñido, no la hacía ver alta, aunque al llevarlo la hacía sentir segura y confiada.
El camino de su casa a la “U” es de 20 minutos, sí, vive cerca, pero de la emoción camina más rápido y llega en 10. Sus cabellos rizos estaban despeinados, el maquillaje cubría los granitos, su voz estaba lista, en su cabeza repasa la letra “Y ya yo he decidido, sacarte de mi memoria” y aunque irónico ella no sacaba de su memoria la canción. No quería errores, quería pasar y si no era la 1 al menos ser la 10, pero estar dentro.
El auditorio no está del todo lleno, ha llegado a tiempo sentándose solitaria, alrededor su competencia, escribe rápido a sus amigos para que la acompañen. Mariana entra, es pequeña como ella, de tez similar a la de una perla, ha pasado también y en una promesa se apoyan la una a la otra, eso le da tranquilidad.
Llega el público, los nervios aumentan y al medio día el show comienza.
Todos están nerviosos, los jurados de la Universidad de Antioquia, especializados en música escuchan atentos alejados del escenario. Ella es el turno 14, Mariana el 16, ambas intranquilas, repasando melodías, con un mismo sueño miran atentas lo que sucede.
Sigue sudando, las manos húmedas mientras son sostenidas por su novio quien intenta calmarla.
-Después de la chica sigues.
Camina rápida al escenario, sube, la estrategia para ganar: entrar a un personaje sin nombre que es segura de sí misma, que le acaban de romper el corazón y viene a compartir su dolor.
-Soy María Fernanda Ipiales-Dice firme - Y hoy vengo a cantar con sentimiento-dijo en una voz suave, medio susurrada y se escuchan los aplausos.
Higuita, un amigo del novio de la participante 14, piensa que va con confianza, sin conocer que las piernas de la morena están temblando mientras canta. Contacto visual con el jurado, movimientos leves, un error en el audio y la música se detiene.
¿Qué paso? ¿Se me acabo el tiempo? ¿Lo hice mal?, estupefacta, se queda quieta y el presentador alza su voz.
-Hay un error en el sonido pues se reprodujo de fondo otra pista, por lo cual los jurados piden que volvamos a iniciar.
El acento pastuso sale y relajada, algo más confiada, la cantante responde.
-De una, con doble sentimiento- Risas y su personaje regresa.
Al bajar felicitaciones y temblores post presentación, aunque en el fondo se siente tranquila, piensa que lo hizo bien y se da el consuelo de saber que llego lejos.
Mariana inicia a cantar, estaba enferma, ella peor que la niña de rizos negros, se había asustado, era su primera vez en un escenario y ese nerviosismo se convirtió en una gripa que la había dejado con disfonía.
Mafe la escucha para calmarse, canta con ella la canción de letras en inglés, la apoya y como cualquier amiga la felicita, si alguna de las dos pasa, celebraría a la otra.
Otros participantes y el hambre se siente, 1:30 hora de almorzar, deciden salir mientras otros cantan, grave error, puesto que el veredicto final no es escuchado por ninguna.
Un mensaje de emergencia “Suban rápido” se lee en el grupo de semifinalistas, al entrar de nuevo al auditorio todos están de pie en el escenario y el jurado aun lado.
-¿Usted es María Fernanda?
-Si señora, soy yo.
-Rápido suba que usted ya paso, la llamaron de primeras.
Emoción, ganas de saltar, pero se calma mientras espera oír a los otros 3 que quedan, Mariana espera, dice sentirse feliz pues una de las dos amigas pasó. Falta una persona, la número 10, Mariana Garcia sossa cierra la lista y la celebración es doble, abrazos, pequeños saltos y el sueño estaba completado, es parte de las diez finalistas, acompañada, no estando solitaria y el sueño cambia, no ser parte de las 10 sino de los 3 mejores, ambiciosa por más, está lista para la noche de noviembre, fecha en que a ritmos colombianos quiere hacer su voz resonar en la gran final del Festival de la canción solista de su universidad, debido a que la comunicadora y cantante ambiciosa siguen siendo una.

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